Surgimos hace medio siglo. Nos fundaron. Las familias lo hicieron. ¿Quién sino? Reconocimiento y memoria.
Entonces éramos unos pocos, recién nacidos. Andábamos a gatas, hasta aprender a caminar. Pero lo aprendimos, ¡vaya si lo hicimos! Paso a paso. Cada vez más firmes, cada vez más osados. Los padres y las madres que habían crecido en nuestro nido trajeron a sus hijas e hijos. Y también vinieron nuevas familias. Crecimos, fuimos más.
Ahora nos han salido alas para poder llegar allí donde no podemos hacerlo caminando, y hemos aprendido a volar. Y volamos sobre el Ega, el hermoso río que recorre nuestras tierras.
Cuando éramos txikis, metíamos los pies en sus aguas; ahora somos capaces de ver donde desemboca en el mar. Volando hemos viajado, y hemos aprendido melodías lejanas. Y las hemos enseñado.
Pero no hemos olvidado la vieja melodía de nuestros hogares. Porque la queremos. Porque es nuestra. Porque queremos que sea de nuestros hijos e hijas. Porque es el idioma de nuestros antepasados. Volando, difundiremos nuestra melodía, y la cantaremos, trinando como los pájaros. Poseemos la fuerza. Tenemos la intención.
A pesar de volar, tenemos los pies en el suelo, bien enraizados. Y la mente libre.
Camina, vuela.
Hegan Oinez.
Colabora
Financiado por la Unión Europea - NextGenerationEU