El artista alemán Joseph Beuys (1921- 1986) trabajó con varios medios y técnicas como escultura, performance, happening, vídeo e instalación. En estas fechas próximas al Día Internacional de los Bosques, me parece interesante recordar su obra7.000 robles, realizada para la séptima edición de la documenta en 1982, la muestra de arte contemporáneo más importante a nivel mundial que se realiza cada 5 años en la ciudad de Kassel, Alemania. La obra consistía en una enorme pila de 7 mil bloques de roca de basalto colocada frente a la entrada del museo Fridericianum, donde se realiza la bienal de arte, sin ninguna información adicional más que una única instrucción de que las rocas solo podrían moverse si se plantaba en su nueva ubicación una planta de roble junto a éstas;hasta que los 7.000 robles no estuvieran plantados, las rocas de basalto seguirían ahí, creando consciencia en la mente de autoridades y ciudadanos.
La muerte le impidió acabar con la tarea;murió un año antes de los cinco que le tomó a sus seguidores concluir con su obra final. En la actualidad los robles siguen creciendo como muestra de la fusión del arte, la vida y la escultura social que tanto caracterizaba el discurso del artista alemán. La obra de Joseph Beuys, como la mayoría de los grandes artistas, es imposible de clasificar. Dejó ver que el arte puede convivir con muchas disciplinas tan disímiles como la filosofía, la ecología, la política o la sociología. Una amalgama diversa, rica y significante que hasta el día de hoy no deja de sorprender.
Con la ayuda de voluntarios, Beuys en una gran performance consiguió plantar 7.000 robles. En lo que se refiere a la extensa urbanización del entorno del trabajo era una acción artística y ecológica duradera, que alteró positivamente el espacio de vida de la ciudad. El proyecto, aunque al principio resultó controvertido, se ha convertido en una parte importante del paisaje urbano de Kassel.
Algunas personas pensaron que los marcadores de piedra negros eran feos, incluso se llegó a amontonar piedras de color rosa (en 1982), como protesta humorística. Sin embargo, la percepción negativa inicial fue cambiando, conforme crecían los árboles, así que a más tolerancia, más árboles plantados.
La obra de Joseph Beuys va más allá de la gratificación instantánea que puede producir una obra de arte, tiene un gran recorrido. Entronca con la tradición, en la que la masa arbórea, su alineación o composición, mejora trazados rústicos y urbanos de forma dignificadora y sostensible. Fomenta la empatía, incluso con el mundo vegetal. La pantalla que llega a formar un árbol con una piedra sólida al pie, a primera vista, puede ser un enigma, pero sin duda genera múltiples preguntas en distintos ámbitos: en el terreno de la botánica, del urbanismo, del ecologismo, de la filosofía…
Toda plantación fomenta un desafío, un deseo de una nueva actitud hacia el espacio, hacia la naturaleza, en un ámbito de cuidados, de respeto... La piedra sólida, tectónica e inerte se encuentra junto al árbol, vivo y prometedor, siempre cambiante. Todo ello es una representación simbólica de lo efímero y lo permanente, de la marca humana, del sitio amojonado. Pone de manifiesto estas dos cualidades de oposición que, finalmente, son complementarias y pueden coexistir armoniosamente.
Como símbolo de la regeneración, un roble que crece lentamente y representa una transformación continua de la vida, de la sociedad y de todo el sistema ecológico. El árbol es un elemento de regeneración que, en sí mismo, es un concepto de tiempo.
¡Ya es hora de reconstruir nuestro ecosistema para que la vida se regenere y se incremente la riqueza medioambiental que encierra!
El roble es especialmente así porque es un árbol de crecimiento lento, con un tipo de madera realmente sólida. Siempre relacionado con la escultura, símbolo para este planeta desde los druidas, que fueron sus grandes defensores: druida significa roble.
Ellos los utilizaron para definir sus lugares sagrados. Podemos imaginar la potencia de esta imagen para el futuro. La plantación de árboles ofrece una posibilidad muy simple, pero radical.
La plantación de árboles, sean robles u otras especies, es solo un comienzo simbólico, parte de una misión global, para efectuar el cambio ambiental y social con un propósito puesto en la mejora de actividades pedagógicas y educativas.
El crecimiento de la conciencia verde en el entorno urbano, de la dependencia humana de todo lo natural, de la extensión educativa de este asunto crucial, lleva a seguir ejemplos y actuaciones como la de Beuys, creadora de mensajes, de un claro despertar de la tradición, de un reconocimiento de la totalidad sobre la base de un nuevo concepto de belleza, que va más allá de la gratificación instantánea. “Yo no solo quiero estimular a la gente, quiero provocar”.
Sin duda, es una obra que logró concienciación ambiental. Las personas que pudieron apreciarla la sintieron como una expresión de futuro, como esquema permanente, revivificador y oxigenante. Su deseo era que la plantación de árboles se extendiera por todo el mundo, como parte de una misión internacional, para alcanzar un cambio ambiental y social a gran escala.
Joseph Beuys quería provocar que las personas piensen, que vean más allá, que su performance arbórea no fuera solo un detalle más para la ciudad, un parquecito… No. Confiaba en un mañana mejor, en un ambiente sano para las próximas generaciones. Un árbol es algo más que mobiliario urbano sometido a un exiguo alcorque, junto a una farola, como mera decoración. Es mucho más que eso.
El Nafarroa Oinez a través de la iniciativa Oinez Basoa de plantar árboles en toda la geografía navarra donde hay ikastolas supone, siguiendo el ejemplo de Beuys, una prometedora acción que a lo largo del tiempo, está creando una trama, un sendero de vida y verdor en nuestra comunidad, reuniendo voluntades imprescindibles en su puesta en marcha y posterior mantenimiento.